Más concretamente, que mientras el gobierno celebra la suba de los bonos soberanos argentinos, la baja del índice de riesgo país y, sobre todo, la baja del dólar, se están creando las condiciones para que en 2025 Argentina sufra nuevamente presiones devaluatorias que hagan difícil la sostenibilidad del cepo cambiario hasta las elecciones.
Es cierto que la suba de acciones argentinas, de bonos de deuda soberana y la caída del riesgo país son un motivo de festejo: reflejan una expectativa del mercado de que la relación de Milei con Trump podrá traducirse en ciertos beneficios para el país. La apuesta principal es que el nuevo presidente estadounidense haga valer su influencia en el Fondo Monetario Internacional para que le preste dólares frescos con los que Argentina refuerce sus reservas.
Pero muchos temen que esa alegría de corto plazo esté ocultando los temores más profundos: un deterioro de largo plazo sobre un freno en la economía global, con una caída de precios de las materias primas que Argentina exporta y, sobre todo, con una reversión de los flujos de capitales, que huyan a refugiarse en sitios seguros, tales como el oro y los bonos del tesoro estadounidense.
La lectura que se hizo sobre la victoria de Trump en el mundo es bastante clara: si el candidato republicano que acaba de vencer cumple efectivamente lo que prometió durante su campaña, entonces hay que esperar más proteccionismo, más inflación internacional y una salida de capitales de las economías emergentes.
