Si bien cada compañía presenta particularidades propias (Vicentin, Los Grobo, Verónica, Molino Cañuelas, SanCor) en términos de complicaciones financieras, lo cierto es que los cambios estructurales aplicados a la economía durante 2024 impactaron negativamente. A eso hay que añadirles aspectos como la incidencia del clima y la pérdida de mercados internacionales por variables de coyuntura como la proliferación de la gripe aviar.
En el caso de las alimenticias, y más particularmente en lo que refiere a las compañías lácteas, 2024 concluyó con una merma en el consumo de lácteos cercana al 10%.
Las complicaciones se completan con una suba en los costos operativos que, si bien desaceleró al ritmo de la menor inflación, aún representa una carga muy pesada para empresas que arrastran dificultades financieras profundas y la falta de capitales frescos para reducir sus respectivas deudas.
Se trata de una situación que se está generalizando entre los gigantes del agro por un cúmulo de variables como la sequía de las tres últimas campañas, la aparición de plagas, y una suba de costos que impacta en los números de cultivo del maíz.
Otro punto no menor es el de los precios de las commodities, que están en sus menores valores en casi 20 años.
El Gobierno, por su parte, rechaza la idea de que exista una crisis estructural en el sector agropecuario, argumentando que los casos actuales son consecuencia de decisiones internas de las empresas y no de un problema generalizado en la actividad.