Por Miguel Pastorino
La elección del nuevo pontífice, León XIV, hizo que el mundo entero se hiciera preguntas sobre el futuro del catolicismo y su impacto en la geopolítica global. El gran obstáculo para comprender la complejidad de lo que acontece en la Iglesia católica en estos días es que muchos tratan de ubicar al papa como progresista, conservador o moderado. Estas categorías, como si fuese de izquierda o derecha, son inadecuadas para comprender al papa de turno.
Impiden entender la naturaleza de las decisiones que se toman al elegir el nuevo sucesor del apóstol Pedro y cómo la Iglesia hace frente a desafíos sociales, culturales y políticos que tiene el mundo actual.
Generalmente, hasta en el cine, se consolidó la idea de que Benedicto XVI era un papa conservador y que las grandes reformas progresistas fueron hechas por Francisco. Se repiten errores en todos los medios sobre lo que hizo cada uno y se atribuyen acciones e ideas para mantener el sesgo de esta equivocada clasificación. Pero lo cierto es que Benedicto XVI hizo la gran purificación con el tema de los abusos. Le llamaron “el barrendero de Dios”, exigió que las denuncias pasaran a la Justicia y no se manejaran solo dentro de la Iglesia, y realizó grandes transformaciones internas de la Iglesia sin hacer publicidad. Su encíclica Caritas in veritate es una de las mejores encíclicas sociales. Fue conocido como el “papa verde” por ser el primero que hizo una continua reflexión sobre los problemas ambientales. No es esa la idea que muchos tienen.