De acuerdo con el último informe del INDEC, el 17,1% de los adultos en edad jubilatoria sigue trabajando. La mayor actividad laboral se concentra en la franja de 60 a 74 años, mientras que se desploma a partir de los 75.
Uno de cada diez adultos mayores carece de cobertura previsional y los haberes resultan insuficientes para cubrir el costo de vida. A esto se suma una brecha de género persistente, las mujeres perciben un 27% menos que los varones.
También hay quienes eligen continuar, algunos profesionales mantienen sus prácticas, docentes que siguen enseñando o emprendedores que se niegan a soltar su proyecto.
Tanto en los hogares más pobres como en los más ricos, la tasa de trabajo en la vejez es mayor que en los sectores medios.
El sociólogo Manuel Zunino, interpreta el fenómeno como un síntoma social: “Que uno de cada seis jubilados siga trabajando nos habla de un sistema previsional debilitado y de un contrato social roto: trabajar ya no garantiza una vida digna”.
