En los últimos días volvió la pelea entre las cadenas de supermercados y la industria de la alimentación. El motivo son los precios en las góndolas, la disputa tiene que ver con la escasa baja de precios que están aplicando los fabricantes y que, en muchos casos, las grandes cadenas no quieren trasladar a los consumidores.
El principal problema es la fuerte caída de las ventas de los comercios, por la disparada de la inflación y la pérdida de poder de compra.
Ante esa caída, la primera reacción de los fabricantes y los supermercados fue el lanzamiento de agresivas campañas de promociones. Fue el momento en que Caputo se molestó y solicitó a los empresarios a bajar los precios por unidad, lo que impactaría en los valores del índice mensual de inflación medido por el INDEC.
Pero nuevas tensiones aparecieron ahora con la tendencia hacia desaceleración inflacionaria. La cuestión es que algunas grandes cadenas se resisten a bajar los precios en la misma proporción que los fabricantes.
En muchos casos, la baja de los precios promovidos por la industria tiene que ver con la caída del consumo y un nivel de stock que necesitan depurar antes del vencimiento de la mercadería.